De zancudos y otros bichos
A mediados de primavera comienzan a plantear su guerra feroz y sangrienta aquellos pequeños alados de pronto ataque y zumbido insómnico (?)
Y a mediados de alguna primavera años atrás, comencé a tratar de comprenderlos y a verlos como los grandes estrategas que resultaron ser... y algunos despertaron en mí tal admiración que postergué mis ansias de caza y les permití alimentarse para sobrevivir... después de todo el mal era menor (a nadie le hacen falta un par de micrómetros cúbicos de sangre).
Y me afané con espíritu de científica decimonónica a tratar de desentrañar mis diferentes conductas frente a ellos. Y descubrí el dulzor de la omnipotencia, el inifinito placer de saber a otro ser entre tus dedos, con su vida pendiendo de la vanidad del momento... "lo mato o no lo mato"; dependía de mí y de mis impulsos y de mi sed de sangre. Era un simple bicho después de todo.
Pero sigo preguntándome si no habrá algo de ese sentimiento de pseudodios entre las prácticas de torturadores y militares; si no habrá estado arraigado entre las sombras que cubrieron episodios terribles de nuestra historia y de los innombrables hombres ligados a ellas.
Y se abrió un nuevo paraíso de ideas... tal vez algún día seré capaz de desentrañar qué hay detrás de la crueldad y el odio humanos... y todo gracias a un zancudillo fastidioso. ¡Plaf!, lo siento, pero me dolió mucho la picada...
Y a mediados de alguna primavera años atrás, comencé a tratar de comprenderlos y a verlos como los grandes estrategas que resultaron ser... y algunos despertaron en mí tal admiración que postergué mis ansias de caza y les permití alimentarse para sobrevivir... después de todo el mal era menor (a nadie le hacen falta un par de micrómetros cúbicos de sangre).
Y me afané con espíritu de científica decimonónica a tratar de desentrañar mis diferentes conductas frente a ellos. Y descubrí el dulzor de la omnipotencia, el inifinito placer de saber a otro ser entre tus dedos, con su vida pendiendo de la vanidad del momento... "lo mato o no lo mato"; dependía de mí y de mis impulsos y de mi sed de sangre. Era un simple bicho después de todo.
Pero sigo preguntándome si no habrá algo de ese sentimiento de pseudodios entre las prácticas de torturadores y militares; si no habrá estado arraigado entre las sombras que cubrieron episodios terribles de nuestra historia y de los innombrables hombres ligados a ellas.
Y se abrió un nuevo paraíso de ideas... tal vez algún día seré capaz de desentrañar qué hay detrás de la crueldad y el odio humanos... y todo gracias a un zancudillo fastidioso. ¡Plaf!, lo siento, pero me dolió mucho la picada...