Con el mundo entre los dedos

lunes, 24 de abril de 2006

Lapsus depre... ser pacientes.

Estar y no estar, con la mirada en otro horizonte y los ojos perdidos.

Estar y no estar, con el alma tañendo canciones antiguas, de ésas que acallé para poder caminar en una nueva senda, que ya no sé si sea la que cifre palmo a palmo mi vida.

Estar y no estar, como si nada existiese al margen de lo que defino en mis pensamientos (eterna ilusión, con todas mis ansias de que el cartesianismo sea cierto y se lleve mis inquietudes y desvelos montados en sus ideas)

Estar y no estar, estar estando, estar porque cualquier otra condición parece aún más difusa; porque estar en otra parte no siempre es factible; porque los deseos no logran materializar mis inquietudes.

Estar y no estar (o ser y no ser?)... diluyendo hasta llegar a la esencia... y esa maldita unicidad que no comprendo, que se esconde de mis pensamientos, que sólo intuitivamente logro corresponder... ¿qué hacer?, ¿y cómo volver a la antigua quietud que ha sobresaltos vivía mis días? ¿cómo volver cuando todo se ha trastornado y ha empezado a significar de otro modo? ¿cómo volver si no puedo ignorar sus ojos fijos en los míos, desafiando quedamente, alentando con su indiferencia matizada de rocío, asesinando tierna y lentamente lo que quedó de lo que había quedado? (convertida en un reciclaje eterno, en conjunto de despojos ideológicos, de los trozos que quedaron de mí desde antes de los tiempos y que ahora intentan articularse y volverme humana otra vez)

Simples desvaríos... es tiempo de volver al mundo.

jueves, 20 de abril de 2006

El temporal...

... de 36 horas que afectó a la región y que se desplazará hacia el norte.

Definitivamente esa breve reseña radiodifundida no le hace justicia a lo que fue un día y medio de corazón eclipsado por el viento, la lluvia, los sonidos, los árboles tambaleantes y las hojas y ramas esparcidas por doquier, tapizando pasos y sueños con el exquisito aroma de la tormenta.

Y he aquí que mientras camino, las sensaciones se funden con mis ideas y el vendaval se transforma en decisión vital, en una especie de contacto religioso entre mis dudas y la forma sutil con que la naturaleza resuelve mis problemas.

Las ramas, los brotes de hojas que aún pendían de ellas, las hojas multicolores (aquellas que debían caer más temprano que tarde y aquellas que pensaban en sobrevivir alimentadas de savia): todo confundido, revuelto, pero sin despedazarse... como cadáveres magullados que no sangran ni pierden color...

Y me imaginé esa revolución que puede ser el viento y la suavidad con que en ocasiones acaricia mi rostro... y me vi danzando intensamente entre las hojas, volando con ellas hacia un horizonte extraño, diferente, arrancada de raíz de la tierra que me protege y sustenta para llegar a donde su respiración quisiera llevarme... y me dejé llevar y comprendí que es tiempo de destruirlo todo, tiempo de destrozar cada uno de mis pensamientos, tiempo de convertir en desechos los años de búsqueda, los años de preguntas sin respuesta, los días de afabilidad, de diplomacia y cordialidad, corromper desde el fondo mi alma para liberarla de todos los pecados que creí cometer (o me vi forzada a creer así)...

Romper con todo y romperlo todo, con un solo golpe certero y fatal... y dejarme seducir, extasiada por la intensidad del momento.

Creo que necesito una dosis urgente de Wagner o de R. Strauss o ver a Van Gogh a los ojos y preguntarle qué hizo para abarcarme en su pintura... o simplemente acercarme a Nietzsche y comprender lo que ocurre en mi interior.

Un beso.

domingo, 2 de abril de 2006

Y el viento...

Con tu nombre resoplando y enseñándome las sombras que no han de partir, que se quedarán como un reflejo de mi pasado y de las vidas que callé pensando en tu sonrisa.

Con las hojas resistiendo los avatares, convertidas en burguesas a fuerza de necesidad y desencanto.

Con el sol de rayos cadenciosos y agotados.

Con las rocas que despedazaste tiernamente, como acariciando desde tu frialdad, como besando indiferente, como dejándolas a la deriva sin más pretensión que saberse a tu albedrío.

Y finalmente, contigo; en esa conjunción que nos abraza y me deja sin lágrimas, sin pensamientos, sin apatía ni contento y me lleva a recorrer mis sueños montada en tus ojos.